lunes, 21 de junio de 2010

Lo Consciente y lo Inconsciente.

 Freud introdujo la sospecha en el interior del hombre:

''La mente consciente es como la punta de un iceberg flotando en un mar de irracionalidad, caldo de cultivo de nuestros trastornos mentales y nutriente de nuestras más gozosas pulsiones.''

Sigmund Freud


Como psicólogo Freud investigó la relación existente entre el funcionamiento de la mente y ciertas estructuras básicas de la cultura, por ejemplo, las creencias religiosas. La cuestión fundamental consistía en dilucidar cómo se forma una conciencia individual y cómo operan la cultura y la civilización.

Freud distingue dos principios fundamentales: el principio del placer y el principio de realidad. El primero supone una búsqueda de lo placentero y una huida del dolor, que nos impulsa a realizar aquello que nos hace sentir bien. En contraposición a éste, el principio de realidad subordina el placer al deber. La subordinación del principio del placer al principio de realidad se lleva a cabo a través de un proceso psíquico denominado sublimación, en el que los deseos insatisfechos reconvierten su energía en algo útil o productivo. Tomando como ejemplo el deseo sexual, ya su práctica continua supondría el abandono de otras actividades productivas (trabajo, arte, etc.), el hombre sublima sus deseos y utiliza su energía para la realización de otras acciones (deporte, literatura, juego). Sin la sublimación de los deseos sexuales no existiría, según Freud, civilización.


No obstante, la sublimación no elimina los deseos sexuales. Éstos, si quedan insatisfechos, se empaquetan o son reprimidos en un lugar concreto de la mente llamado inconsciente, que es, por definición, aquella parte de la mente inaccesible a nuestro pensamiento consciente (o yo) que reúne todos los deseos y pulsiones reprimidos. Sin embargo, existen caminos indirectos para acceder a los contenidos del inconsciente, como por ejemplo los sueños, los actos fallidos y las bromas.

Los sueños son satisfacciones simbólicas de deseos que han sido reprimidos. Inaceptables para la mente consciente (ya sea por la presión social y moral o por un sentimiento de culpa), algunos deseos se manifiestan oníricamente, de un modo extraño y absurdo que oculta su verdadero significado.

Los sueños utilizan principalmente dos mecanismos de ocultación: la condensación, en la que imágenes o ideas dispares son reunidas en una sola (correspondiéndose con la metáfora en el lenguaje) y el desplazamiento, mediante el cual, el significado de una imagen o símbolo es transferido a algo asociado con él que desplaza a la imagen original (su correspondencia con el lenguaje es la metonimia).

Los sueños pueden ser también interpretados a través de la paráfrasis o actos fallidos. Éstos, lejos de ser errores de la mente, revelan contenidos reprimidos del inconsciente que afloran en forma de olvidos, deslices, etc. Las bromas también son emergencias de deseos reprimidos. Por ello, el psicoanalista otorga una gran importancia al lenguaje utilizado tanto por sus pacientes, como el empleado culturalmente en determinadas épocas históricas, de ahí que el psicoanálisis se haya relacionado íntimamente con la crítica literaria.

Los contenidos del inconsciente son deseos sexuales (o agresivos) reprimidos que Freud llamó pulsiones (triebe, mal traducidos por "instintos"), originados en las primeras etapas del desarrollo del niño y ligadas estrechamente a la nutrición infantil.



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