sábado, 10 de abril de 2010

Tatuarnos el cuerpo a base de lametones.

Tengo la boca llena de poesías de trabajar con poetas para encontrar las palabras correctas 
que hagan de un texto una hermosa melodía para escuchar día a día.
Me dejo llevar por el viento, miro al cielo y entre las nubes veo tú reflejo.


Entre tú y mis ideas hay un pequeño trecho, una pequeña diferencia los separa porque
tú eres parte de mis ideas diarias, no puedo dejar de pensarte a cada minuto que pasa.
El tiempo vuela, corre y se va, como las nubes cuando sopla el viento que desaparecen sin dejar rastro, dejando el cielo azul para poder observar cada forma del relieve iluminado por la fuerte luz del Sol.


La luz entra en la habitación, la ilumina y la deja alegre como el día. Te acercas a la ventana y respiras hondo, llenas de oxígeno tus pulmones al máximo para, finalmente, soltarlo lentamente. De nuevo, tú en mis ideas, miras al cielo y sonríes.


Te tumbas, cierras los ojos mientras la brisa primaveral roza tus mejillas, dejas volar tu imaginación, tus pensamientos se liberan para corretear libres como si fueran animales de un zoo que quieren escaparse y no volver. 
Figuras, olores, sabores, texturas aparecen por tu cabeza en formas de imágenes. 
Piensas en una rosa y enseguida aparece su figura, su olor y la textura de la hermosa planta.
Piensas en ella, en esa persona que te acompaña en la vida y enseguida, como en el caso de la rosa, comienza a aparecer su figura esbelta en tú cabeza, el olor que hace que la reconozcas enseguida, el sabor de sus labios, de su mejilla... De su piel al besarla, al pasar la lengua por su piel y pensar en tatuaros el cuerpo a base de lametones, sonríes y sientes tan de cerca este pensamiento, que te da la sensación de tener a esa persona a tu lado y comienzas a dejarte llevar por las sensaciones... Y de tatuar su cuerpo a base de suaves lametones pasas directamente a pensar en su textura, en su suave y perfecta piel, aquella piel que no dejarías de acariciar, de esa boca que no dejarías de besar: carnosos, suaves... y de esas curvas en las que nunca te cansarás de recorrer porque el destino que te depara en cada recorrido te resulta cada vez mejor y más atractivo.
Y sigues dejándote llevar por las sensaciones... En un vaivén de autocaricias, en el anhelo de que ella esté a tu lado y que ocurra todo y percibas todo exactamente igual a como lo piensas. Hacer ese pensamiento realidad y hacer de ese pensamiento el mejor momento de tu vida junto a ella. Terminar... Abrir los ojos, sentir el calor de tu propio cuerpo, el sudor...Mirar a tu alrededor y ver que ella no está. 
Vuelves a mirar a la ventana...
Y sonríes...
Y suspiras...
Porque la quieres.


Ai Senshi ~

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