Calibrando el vaivén de tus pulsaciones. Cualquier
ritmo musical puede decirte el estado en el que estás.
Tierra firme, ¿qué dirán cuando ya no esté?
Caracoles que gritan a la velocidad de una liebre con voz de dragón, demandan más verdor creado por las fuerzas de la naturaleza.
Hombre destructor. El hombre que a cada paso
derriba todo lo que ha construido con perseverancia. Ideales inexistentes en la
sociedad tardía que no llega a ningún fin.
Quizá sean los tiempos que corren, no que corren, sino
que se estancan, que no pueden más, que los errores cometidos ahogan casi como si el
petróleo se derramara en el mar más grande del mundo y acabara con todo animal
marino. Así nos sentimos, ahogados ante tanta injusticia.
Rugidos de los manifestantes que se convierten en
gritos mudos para los representantes. Sin pena ni gloria. Ni crimen ni castigo.
Impunidad ensordecedora a los cuatro costados, y aquí estoy yo ganándome la
vida como una altruista, como decía Comte allá en 1851.
Y aunque
los extremos no sean buenos, el hedonismo predominante hace que esta cuerda que me rodea en
forma de manos, me ahorque como a una suicida sin
salida. Altruismo como forma de vida, una lucha continua por la supervivencia.
‘’¡Qué gane el más fuerte!’’ decía Darwin, y en ello
estamos. Este sistema que nos rodea hace que no nos apreciemos como seres
humanos, con nuestros dones y nuestras torpezas, sino que, nos dedicamos a pisotearnos como animales
de la selva intentando conquistar una vida digna para nosotros y los que vienen
detrás.
Somos como ovejas ciegas haciendo caso a esa
''fuerza mayor'' que nos controla como si
fuéramos títeres de trapo para manejarnos a su antojo, que
actuemos como ellos quieran sin importarles nuestras necesidades, nuestros
ideales y nuestros derechos…
Derechos… Derechos que se van por el desagüe,
pisoteados por un ‘Ente’ perverso que controla el mundo. Llámalo Dios, llámalo como quieras. Pronto no habrá derechos o poco nos falta para quedarnos sin
ellos si dejamos que nos aplasten cuales cucarachas.
La solución la tenemos todos en cada rincón del
mundo, allá donde vamos, donde
coexistimos y donde evolucionamos. Fuerza, valor y educación es lo que
necesitamos para lograr convertirnos en los señores de este Mundo gris, crudo y
deprimente en el que sólo sobrevivimos con esperanzadas utopías que se
convierten en cenizas que tristemente vuelven a la cruda realidad…
Pero qué se yo. No se ni lo que estoy diciendo.
Calibrando tus pulsaciones te contaba al principio y el maldito periódico de la
mañana me ha hecho sentirme humana una vez más y hablar de esa ‘’cenicesca’’
utopía.
Espero que las cámaras del franquismo no me hayan
escuchado o en la página de sucesos me veré reflejada.
- -
¿Quieres un té o prefieres café?
- Que sea con tostadas,
por favor.
Ai-senshi
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