En una habitación encerrados. Solos, tú y yo. Rodeados de alcohol, humo y hormonas. Las luces se apagan y tratamos de encontrarnos. Tropezamos. Una luz aparece de repente e ilumina la habitación. Estás delante de mí. Veo como te bebes media botella de Bourbon y en el último trago, me llevas hacia a ti y tus labios entran en contacto con los míos. Fríos. Húmedos. Saboreo. Trago. Nos sentamos uno frente al otro. Me enciendo un cigarro y expulso el humo creando una atmósfera que hace que nos cueste respirar. Bésame hasta que me quede sin aliento. Nos aproximamos. Por turnos, nos acariciamos sin llegar a tocarnos. Dibujamos en el aire. Labios que no se llegan a besar. Lenguas que no se llegan a rozar. Se quedan en intenciones. Centímetros. Milímetros. La excitación comienza. Los grados del alcohol comienzan a subir. Las manos acarician. Los labios se besan. Las lenguas rozan cada centímetro del cuerpo del otro. Pronto nos encontramos en el suelo revolcándonos....